CAPÍTULO IX

EL PRINCIPIO DEL FIN

Los cuervos blancos comenzaron a llegar en manada a la torre más alta del templo de la orden. Allí Eliriot vio todo lo que las aves habían visto, con el rostro descolocado fue inmediatamente a ver al duque.

-Duque, tengo noticias –dijo al entrar en la habitación de Amil.

-¿Los forajidos se han unido y se dirigen todos a las tierras desconocidas? –preguntó sarcástico.

-Yo… sí –respondió.

-Sí, es algo que ya sabía, o al menos suponía –añadió sin dejar de mirar sus papeles en la mesa.

-¿Qué haremos señor? –preguntó.

-Bueno, ahora que Vils no está tu eres mi mano derecha sugiere algo –respondió.

-Creo que lo mejor sería atacar, reunir todo nuestro poder y destruirlos antes de que pongan un pie en Elamor –dijo con tono firme el pistolero.

-Admiro tu determinación Eliriot, pero un ataque directo sería un suicidio militar –comentó Amil.

-¿Cómo? ¿Por qué? Por muchos que sean no pueden con el poder de la orden –preguntó.

-Puede que sea cierto, pero las tierras desconocidas están a días de aquí, eso requiere recursos, suministros y sin contar el cansancio de tan largo viaje, la sombra es más poderosa que todos los miembros de la orden juntos, si atacamos de manera directa no ganaremos –explicó el duque.

-¿Y qué sugiere señor? –preguntó Eliriot.

-Recuerda lo que dijo. Acudan o no atacará la ciudad en una semana, pues esperaremos a un ataque ya anunciado, resguardaremos a los ciudadanos y nos prepararemos para que la ciudad arda –respondió.

-Pero mi señor, nada nos garantiza la victoria ni la salvación de la ciudad –dijo desesperado.

-Sí hay garantía de victoria –añadió el duque.

-¿Sí? ¿Cuál? –preguntó sin estar convencido de la respuesta.

-Deja que te lo muestre, ven conmigo Eliriot.

I

EL PODER DEL PORTAL

Amil y Eliriot salieron de la mansión y se dirigieron directamente a la habitación del portal. Los dos entraron en la habitación y se postraron frente al majestuoso portal.

-¿Qué hacemos aquí señor? –preguntó Eliriot.

-Este portal es el que proporciona la magia a todos los magos y del él emergen todas las armas, las cuales los magos las usan como catalizadores para que su magia no se descontrole y poder dominar su poder –explicó Amil.

-Sí, todo eso lo sé –respondió Eliriot.

-El portal solo otorga una mínima parte de poder a los magos, así que son los magos los encargados de controlar sus armas, conforme su poder aumenta las armas cogen su propia personalidad adaptándose a su portador, pensábamos que un mago solo puede usar el arma que le otorga el portal y ninguna más, pero la sombra nos ha demostrado lo contrario. Un mago con el suficiente poder puede adaptar cualquier arma a él –explicó.

-¿A dónde pretende llegar con todo esto? –Preguntó de nuevo.

-El verdadero poder no reside en las armas, si no en el portador, entonces responde a esto Eliriot ¿Qué pasaría si un mago pudiera usar al mismo portal como arma? –preguntó.

-Eso haría que ese mago tuviera una fuente infinita de poder –respondió.

-Exacto, no solo eso, si no que al igual que el portal, el mago podría crear cualquier tipo de arma al instante –dijo Amil.

-Eso es, lo que usted hizo contra esos forajidos –comentó sorprendido.

-No, yo solo pude crear ilusiones vagas de armas, tengo la capacidad de absorber el poder del portal, pero el busca escapar de mi cuerpo y así lo hizo dejándome prácticamente sin fuerzas. Pero si consiguiera dominarlo… Seria imparable –dijo mirando fijamente al portal.

-¿Puede conseguirse algo así? –preguntó Eliriot.

-Esimad, el anterior duque ya comenzó con esta investigación. Llevo años estudiando sus documentos. Al parecer ya hay alguien en este mundo capaz de absolver el poder del portal y mantenerlo en su cuerpo, pero no se sabe su identidad. Lo que sí se sabe es el como lo ha conseguido –explicó.

-¿Cómo? –preguntó impaciente por saber la respuesta.

-Muriendo –respondió directo.

-¿Muriendo? –preguntó desconcertado.

-Verás según se cuenta y el duque pudo investigar alguien entró en el portal. Según se cuenta allí habitan seres inmortales, los cuales son la fuente de poder del portal, ese mago entró para venerarlos, pero en su busca de los seres pereció. Ante tal acto los inmortales le otorgaron no solo la vida eterna, sino también una fuente ilimitada del poder del portal. Al saber esto el duque mandó la expedición que entró al portal. Él quería ese poder para toda la orden, pero eso es una estupidez, solo conseguirás que les entre aires de superioridad y te destruyan. No, ese poder debe ser para alguien con las ideas claras –explicó.

-¿Pretende entrar en el portal? –preguntó Eliriot.

-Sí, ya he quitado el desvío que conduce al nexo, entraré y conseguiré la fuente ilimitada del portal –respondió.

-Creo que es un riesgo demasiado alto duque –comentó el pistolero.

-No te estoy pidiendo permiso mí querido Eliriot, solo te informo, en mi ausencia tú serás la máxima autoridad de la orden. Si no he vuelto para cuando el ataque de los forajidos inicie, tú te encargarás de todo. Aquí tienes el documento que te da ese poder. Firmado por mí –dijo mientras le daba el papel.

-Pero, mi señor… -dijo sin poder acabar la frase al ver que el duque se dirigía hacia el portal.

Amil tocó el portal con sus manos, una fuerte corriente eléctrica le atravesaba todo el cuerpo. Poco a poco siguió avanzando, miró a Eliriot sonriendo y entró en el portal desapareciendo, dejando allí a Eliriot, el cual miraba el documento, dejando caer una siniestra sonrisa.

Amil notó como todo su cuerpo se contraía como si estuvieran ejerciendo toneladas de presión sobre su cuerpo. Veía como cientos de imágenes que no podía identificar pasaban por delante de sus ojos hasta que una de ellas se quedó fija. Entonces llegó a lo que había más allá del portal. Un lugar muy extraño pero precioso a la misma vez, todo parecía estar hecho de cristal, las plantas, los caminos incluso el agua de un lago frente a él parecía ser de cristal. En el cielo un sol de tono morado brillaba con fuerza. Amil observó su alrededor, vio un precioso lago rodeado de cientos de árboles de tono cristalino. Sin saber muy bien hacia donde debía dirigirse comenzó a caminar.

En Elamor Eliriot, preparaba la ciudad para la gran batalla que se avecinaba pues si las palabras de la sombra eran ciertas solo quedaban tres días para que se iniciara el ataque. El pistolero juntó a toda la orden en el gran salón del templo.

-Escuchadme todos –comenzó –quedan tres días para que la sombra venga y ataque la ciudad, debemos estar preparados –concluyó.

-Perdona mi interrupción, pero ¿Dónde está el duque? –preguntó uno de los miembros de la orden.

-El duque no está en estos momentos, está tratando asuntos de vital importancia, así pues como dice este documento, yo estoy al mando hasta su regreso –dijo enseñando el documento que le dio Amil.

-Pero tú no eres nuestro general ese es Vils –dijo otro miembro.

-¡No quiero que nadie mencione a ese sucio traidor, Vils marcha con el enemigo hacia aquí para enfrentarse a sus propios hermanos! –gritó enfadado.

-¡Eso es mentira, Vils nunca lucharía al lado de forajidos! –gritó un hombre alto que se adelantó al resto.

-¿Tienes algo que decir Berial? –preguntó Eliriot.

-Sí y es algo que toda la orden piensa. Desde que la sombra empezó a atacarnos el duque se comporta de manera extraña, primero pide buscar ayuda entre los forajidos para luchar contra la sombra y ahora pide que les demos caza, además envió a Vils junto al Cañón negro a las tierras olvidadas y lo llamáis traidor, traidor por cumplir las órdenes del duque –dijo el hombre mientras todos parecían apoyarle.

-La sombra está reclutando un ejército de forajidos para atacar la ciudad y Vils está con ellos ¿Cómo no podemos llamarlo traidor? –preguntó enfadado.

-¿Qué pruebas tenéis de ellos? ¿Cómo sabemos que no han matado a Vils o que lo tienen de rehén para usarlo en su beneficio? Me niego a pensar que Vils, la persona que lo ha dado todo por la orden ahora decida atacarnos como si nada, siempre le has tenido envidia, porque siempre ha sido más poderoso que tú y ahora pretendes que creamos que es un traidor. ¡A tu propio hermano de sangre! –expresó indignado el hombre.

-No te atrevas a hablarme así Berial –advirtió.

-¿O si no qué? ¿Me matarás? Tu nunca has querido a Vils, mientras toda la orden le aprecia tú lo detestas como a la peste –dijo Berial.

Sin decir nada y con una velocidad asombrosa, Eliriot abrió el portal, de él sacó una majestuosa espada blanca como la nieve, con su filo dividido en dos como si parecieran dos espadas ante la misma empuñadura. El pistolero se abalanzó sobre Berial y colocó su filo en su cuello, ante el asombro de todos.

-Último aviso Berial, yo estoy al mando hasta el regreso del duque, no te permitiré que sigas por ese camino –advirtió amenazante.

-No me das miedo Eliriot, puede que seas el más poderoso de los presentes, pero nunca serás el más poderoso de la orden –dijo mirándole a los ojos.

Sin gesticular palabra Eliriot deslizó su espada por el cuello de Berial cortando su cuello, la sangre comenzó a brotar con gran abundancia, el hombre se arrodilló con sus manos pintadas de rojo tocándose el cuello, miró a Eliriot a los ojos y cayó al suelo sin vida ante la asombrosa mirada de todos los miembros de la orden.

-¡Asesino! ¡Cerdo hijo de puta! –gritaron entre la multitud.

-Podéis insultarme cuanto queráis pero no voy a permitir que nadie contradiga mi autoridad, el enemigo más poderoso al que jamás nos hemos enfrentado se aproxima con intención de aniquilarnos no solo a nosotros sino a toda Elamor. Me da igual que me sigáis a mí o no, pero si realmente sois fieles a la orden debemos estar unidos, tras la batalla si alguien quiere desafiarme y matarme estaré encantado de ofrecerle combate, pero hasta que ese momento llegue debemos estar unidos –explicó el pistolero.

Tras sus palabras todos los presentes se calmaron y yacían en silencio atentos a las próximas palabras de Eliriot.

Más allá del portal Amil caminaba por las extrañas tierras. Su cuerpo podía notar como una enorme cantidad de energía inundaba todo el lugar, pero estaba solo. No parecía haber nadie en aquel sitio. El duque llegó a un enorme prado lleno de flores, la extraña belleza de estas le llamó la atención y sin percatarse se había introducido de lleno en los prados. Mirara donde mirara solo veía esas bellas flores las cuales parecían de cristal. Fue entonces cuando comenzó a escuchar voces, eran pequeños susurros, los cuales no podía comprender lo que decían. Amil siguió el sonido de las voces, poco a poco las escuchaba cada vez más fuertes y claras. Hasta que finalmente comprendió lo que decían.

-Tu magia no pertenece a este lugar –dijo la voz.

-Mi magia nace de vosotros –respondió el duque.

-¿Qué buscas aquí mago? –preguntó la oscura voz.

-Poder –respondió directo.

-Una respuesta muy directa, es intrigante –dijo la voz.

Frente al duque, una silueta comenzó a materializarse, una neblina de color morado que poco a poco comenzó a tomar forma. Ante él apareció un ser con aspecto humano, pero mucho más alto de lo normal, con una gran armadura de acero negro, con un casco que le tapaba por completo el rostro. El ser se acercó lentamente a Amil, este a pesar de la intimidante criatura no mostró signo de miedo o impresión.

-Dinos ¿Cuál es el motivo de tu búsqueda? –dijo el ser con una mezcla de voz masculina y femenina.

-El orden –respondió.

-Hay muchos tipos de orden, algunos lo buscan generando caos, otros solo organizan las cosas para que reine una armonía común, se más específico –dijo la criatura.

-Solo busco el equilibrio y la paz. Si posees el poder infinito nadie se atreverá a cuestionarte, ya sea por miedo o por benevolencia. Mi mundo es un lugar caótico, donde los más fuertes matan a los débiles para imponer su ley. Yo quiero que solo exista una ley. Un orden en el que todos vivan tranquilos –respondió.

-Nunca conseguirás que todos estén bajo el mismo orden, los mortales son así, da igual lo que hagas o prediques, nunca conseguirás que todos estén de acuerdo con unas mismas palabras, pues siempre habrá quien se revele por no coincidir con tu forma de ver la vida –dijo el ser.

-Por eso necesito poder, para que todo aquel que decida quedarse fuera del orden quede fuera de todos los sitios –dijo el duque.

-Entendemos, quieres el poder para infundir el miedo en las mentes que no sigan los pasos que tú decides que deben dar. La vida mortal no debe ser controlada ni guiada por nadie, ya que es una vida con fecha de caducidad. Todos deben seguir unas pautas para que sean guiados hacia el camino correcto, eso es cierto, pero tu camino correcto no es el de todos. Lo importante de la vida es que cada cual encuentre su propio camino correcto –comentó.

-Eso no es así, necesitan una guía, pues algunos viven haciendo daño a otras personas, no es posible que ese camino sea el correcto –dijo Amil.

-Si uno hace daño a otro es porque sus caminos se han cruzado, uno continúa y el otro se acaba, nosotros no vamos a interponernos en eso. Nosotros, compartimos nuestro poder con los mortales, porque así lo decidimos, ya es cosa de los mortales decidir el cómo usar ese poder –expresó el ser.

-Por ese mismo motivo, vosotros no vais a interponeros, pero yo sí, debo buscar el orden, o mi mundo se autodestruirá –dijo Amil.

-Muy bien mortal, presentimos que generaras más caos que orden del cual vacilas, pero has venido hasta aquí, has sobrevivido al portal, eso ya es un gran paso. Pero recuerda una cosa, tarde o temprano, el portal se cerrará y nuestro poder desaparecerá de vuestro mundo. ¿Podrás seguir gestionando tu orden cuando eso pase? –preguntó.

-Si nadie tiene poder, nadie estará por encima de nadie, pero hasta que eso pase, el poder es el que decide el destino –respondió.

-Eres un mortal de lo más peculiar, pero respóndenos a una cosa ¿Cuál es el principal paso para conseguir ese orden? –preguntó el ser intrigado.

-Acabar con aquel que decide unirse en su contra –respondió.

-Muy bien mortal, ahora no te muevas –dijo mientras se alejaba un poco de Amil.

El ser creó una gran bola de energía en sus manos. La acercó a Amil y esta se introdujo en su pecho. El duque lanzó un enorme grito de dolor, mientras todo comenzaba a temblar. Extraños rayos eléctricos emergían por todo su cuerpo mientras el joven se retorcía de dolor en el suelo. Poco a poco el dolor fue cesando y Amil, algo aturdido, consiguió ponerse de pie.

-¿Qué me has hecho? –preguntó.

-Te hemos dado el poder necesario para hacer realidad tu orden, pero recuerda, solo servirá para eso, no podrás usar ese poder para nada más –explicó.

-Me es suficiente –dijo sonriendo.

-Bien, pues ahora, vete –dijo el ser mientras se convertía en niebla hasta desaparecer.

Amil miró sus manos, sentía un gran cambio en su cuerpo, se sentía capaz de hacer cualquier cosa. El duque abrió un gran portal con sus manos el cual cruzó. El joven apareció en el gran salón del templo de la orden, ante la asombrosa mirada de todos los presentes.

-Nuestra victoria, está asegurada –dijo sonriendo.

-¿Lo ha conseguido señor? –preguntó Eliriot.

-Sí, ahora debemos mermar las fuerzas del enemigo antes de que lleguen a la ciudad, que lleguen debilitados –dijo el duque.

-Pero usted dijo que era mejor esperar a que atacaran –comentó Eliriot.

-Y eso haremos, pero si podemos quitar a algún forajido de en medio antes de eso ¿Por qué no hacerlo? –Dijo el duque sonriendo.

-Entonces ¿Cuáles son sus órdenes? Preguntó el pistolero.

-Se me ha sido concedido un nuevo poder –dijo a todos los presentes –ahora es el momento de que todos se ciñan al orden de la Bala Zafiro, si los forajidos quieren guerra… La tendrán –concluyó.

II

EL PRIMER ATAQUE

El Cañón negro caminaba por el verde prado mientras veían a lo lejos el pequeño pueblo del que Eternia les habló, aunque parecía estar muy cerca, aún les quedaba un día de viaje, por lo que no podían permitirse el lujo de relajar la marcha. Un poco rezagado del grupo se encontraba Vils, aunque todo el grupo se encontraba en silencio el parecía estar algo confuso. Su mente no paraba de dar vueltas, no podía creer que el duque quisiera matarlos, o más bien no quería creerlo. Toda su vida, todo en lo que había creído, por lo que había luchado se estaba desmoronando.

-¡Me niego a creerlo! –gritó de repente el pistolero.

-¿Qué te pasa ahora? –preguntó Tayson.

-El duque no es el problema, seguro que hay una explicación para lo que nos pasó –dijo sobresaltado.

-¿Aún sigues con eso? Olvídalo –comentó Tayson.

-Es muy fácil decirlo para ti, tú no tienes que renunciar a tu familia, a todo por lo que has luchado, me niego a pensar que aquellos a los que una vez quise e idolatré ahora quieran matarme, solo por intentar hacer las cosas bien –gritó.

-Vils, no puedes decirle esas cosas a Tayson –interrumpió Abigail.

-Da igual, déjale que se desahogue –dijo Tayson.

-La orden lo es todo para mí… Lo siento, pero no puedo continuar, debo volver –anunció Vils.

-No puedes volver, si lo haces te matarán –dijo Abigail.

-¡Dejad de decir eso! Vosotros no conocéis al duque, no sabéis nada de la orden, sois forajidos, siempre habéis vivido siguiendo vuestras propias normas. Ese hijo de puta al que llamamos la sombra ha matado a muchos de mis hermanos ¿Y ahora pretendéis que vayamos a su encuentro? No, dijo que atacaría en una semana, bien pues le esperaré, junto a mis hermanos, como debo hacer –concluyó.

-Tayson, haz algo –suplicó Abigail.

-Si quiere irse que lo haga, el no pertenece a los nuestros, si él cree que su lugar está en Elamor, que así sea –dijo el forajido.

-Lo único que conseguirás será que te maten chaval –añadió Masalot.

-Pues que así sea –concluyó el pistolero.

-Antes de irte, toma esto –dijo Tayson ofreciéndole su sombrero.

-¿Tú sombrero? –preguntó extrañado.

-Si notas que las cosas se ponen feas úsalo como garantía, si notas que tu vida corre peligro diles que has acabado conmigo, eso les hará pensar que estás de su lado, si por el contrario tú estás en lo cierto, haz con él lo que quieras –respondió.

-Bien… Gracias supongo –dijo mientras cogía el sombrero.

-Ten cuidado Vils, no mueras de manera estúpida –dijo Astor.

-No lo haré, hasta pronto –dijo mientras ponía rumbo a Elamor en solitario.

-No podemos dejar que se vaya, le matarán –suplicó Abigail.

-El así lo ha decidido, no somos nadie para obligarle a seguir un camino que no quiere recorrer –dijo Eternia.

El grupo siguió su camino hacia el pueblo, mientras Vils se dirigía hacia Elamor, había demasiadas preguntas en su mente que debían conseguir respuesta.

Tayson y los demás notaban el atardecer acercándose y ya casi habían llegado al pueblo. Pero notaban algo raro, el pueblo parecía estar abandonado y destruido. Los verdes prados se cortaron de manera abrupta y la visión de un enorme cráter negro que llegaba hasta donde alcanzaba la vista les inundó. Habían llegado a la garganta de los sin nombre, a partir de ese punto se encontraban en los dominios de las tierras olvidadas.

La noche estaba a punto de llegar y el grupo al fin llegó a la entrada del pueblo, pero solo encontraron casas destruidas, la ceniza bañaba el suelo, pero había algo más que llamó su atención, entre las cenizas encontraron cadáveres.

-¿Qué ha pasado aquí? –preguntó Abigail horrorizada.

-Sea lo que sea ha sido hace poco, están frescos –dijo Tayson.

-No tuvimos más remedio que hacerlo, nos recibieron de una manera muy brusca –dijo un hombre que salía de entre los escombros.

-Esas ropas… Es de la Bala zafiro –señaló Masalot.

-¿Por qué habéis destrozado el pueblo? –preguntó Eternia.

-No era nuestra intención, solo estábamos esperando vuestra llegada, pero nos atacaron, solo nos defendimos –dijo sonriente.

-¿Y era necesario destrozar el pueblo por completo y matar a toda su gente? –preguntó Astor.

-Sí, puede que nos pasáramos un poco –dijo el hombre entre risas.

Detrás de él comenzaron a aparecer decenas de miembros de la orden, con sus armas en la mano, poco a poco fueron rodeando al grupo.

-¿Cómo habéis llegado aquí antes que nosotros? –preguntó Tayson.

-Eso no es asunto vuestro forajido, pero tenía entendido que con vosotros se encontraba Vils ¿Dónde está? –preguntó intrigado.

-Nos traicionó –respondió rápido Tayson –intentó matarnos y a decir verdad el piensa que lo ha hecho, se llevó mi sombrero como trofeo.

-Vaya, bueno pues permitirnos que acabemos su trabajo –dijo mientras apuntaba con su arma.

Sin que pudiera reaccionar el hombre recibió un flechazo en su frente, la flecha se quedó clavada atravesando su cabeza por completo, este cayó al suelo de espaldas ante el asombro de todos los presentes. El grupo miró para atrás y vieron a Astor con su arco tensado.

-No me miréis así, vamos debemos luchar –dijo el hombre.

Tayson disparó, sus balas explotaron en el aire y crearon un gran escudo. Todos comenzaron a abrir fuego, el grupo se dispersó por todo el pueblo obligando a sus enemigos a hacer lo mismo. Astor aprovechando la escasez de luz disparaba sus flechas sin que nadie pudiera verlas. Apareciendo de entre las ruinas de una casa disparó su arco atravesando el cuello de dos miembros de la orden, con gran velocidad se acercó a otro, este disparó su revolver a quemarropa pero Astor se agachó esquivando el golpe, dio un fuerte puñetazo en el rostro a su enemigo tirándolo al suelo, sin darle tiempo a reaccionar disparó su arco clavándole la flecha en el corazón.

Todo el pueblo estaba siendo recorrido por las balas, se había convertido en un auténtico campo de batalla. Masalot golpeó con su arma a uno de los miembros de la orden lanzándolo por los aires, atrayendo la atención de otros siete. El grandullón les miró sonriente y comenzó a correr, todos le siguieron, hasta que una lluvia de metralla proveniente de todas direcciones les sorprendió, todos yacían en un charco de sangre con sus cuerpos destrozados. Masalot apareció revelando las copias de su arma que había colocado estratégicamente por las inmediaciones. Sin que se diera cuenta un miembro de la orden se acercó a Masalot por detrás, pero antes de que pudiera disparar un látigo se enredó en su cuello, tras notar un fuerte tirón su cuello se partió. Masalot se giró al escuchar el crujido y vio a Abigail detrás de él sonriéndole, la joven disparó su rifle dando en la cabeza a otro enemigo que apareció detrás de Masalot.

-Ten más cuidado –dijo la chica.

-Lo tendré –respondió sonriendo.

Ambos se separaron. Abigail abrió fuego de nuevo impactando en la cabeza de otro enemigo, agitó su látigo y la misma bala salió disparada impactando en el pecho a otro miembro de la orden.

Eternia lanzó su cuchillo el cual se clavó en el ojo derecho de uno de sus enemigos, la mujer se convirtió en humo y apareció al lado del hombre, desclavó su cuchillo y con gran agilidad esquivó el disparo de otro que se encontraba muy cerca, se acercó a él y le cortó el cuello. Tres más se acercaban por su flanco derecho, la mujer disparó una bola de energía con sus manos haciendo que salieran disparados por los aires, antes de que pudieran tocar el suelo Eternia saltó y les cortó el cuello a los tres en el aire.

Los miembros de la orden estaban menguando, apenas los tres que quedaban se enfrentaban a Tayson. El forajido disparó sus dos revólveres matando a dos de ellos, rápidamente disparó en la rodilla al último obligándolo a soltar su arma y a caer al suelo. Tayson se acercó a él.

-Veo que el duque no nos conoce realmente, si fuera así hubiera enviado un pelotón bastante más numeroso a por nosotros –dijo Tayson apuntando al herido.

-No solo nos ha mandado a nosotros –dijo sonriente.

-¿Qué quieres decir? –preguntó.

-¡Tayson mira! –gritó Abigail.

Todos observaron como un gran portal se abría ante ellos, este emitía una fuerte luz haciendo parecer que era de día. El miembro de la orden comenzó a reírse a carcajadas hasta que Tayson le disparó en la cabeza. Del portal comenzaron a salir grandes rayos eléctricos que impactaban con gran violencia contra el suelo. Poco a poco algo parecía estar saliendo de él. Una gran bestia del tamaño de una casa emergió del portal, con un gran pelaje sin vestimenta pero con una piel llena de escamas que parecían ser de acero, sin ojos, con una gran boca llena de colmillos.

-¿Qué mierda es eso? –preguntó Masalot.

-No lo sé, pero no parece que venga en son de paz –comentó Astor.

-¡Todos atentos ahí viene! –advirtió Tayson.

La bestia se abalanzó sobre ellos, soltando un grito desgarrador y monstruoso. El grupo esquivó la primera acometida, la fuerza de la criatura era tal que levantó una enorme cantidad de tierra con su golpe, el grupo abrió fuego, pero era inútil, las balas rebotaban contra la fuerte piel del ser. La bestia gritó con gran fuerza y creó una onda de fuerza que comenzó a arrasar con todo a su paso, el grupo corría para evitar el impacto. Todo cesó y lo que antes era un pueblo ahora era una tierra devastada completamente vacía, llena de polvo y trozos de escombros.

-¿Cómo vamos a matar a esa cosa? –preguntó Abigail.

-¿Alguna idea Eternia? –preguntó Tayson.

-Ciertamente no, pero esas escamas son una armadura perfecta, quizás podamos conseguir algo quitándoselas –sugirió la mujer.

-¿Y cómo vamos a hacer eso? –preguntó Masalot.

-Necesito tiempo, entretenedlo –dijo Tayson.

-Claro jefe una tarea sencilla –dijo sarcástico Masalot.

Tayson se separó un poco de los demás mientras el resto se quedaron frente a la descomunal bestia. Todos abrieron fuego pero con el mismo resultado, las balas rebotaban en las duras escamas. La bestia lanzó su brazo barriendo la zona, todos esquivaron el ataque excepto Masalot, el cual salió disparado cayendo violentamente contra el suelo. El hombre sangraba por su boca y tenía varios moratones por su cuerpo, a pesar de eso se levantó como si nada. Masalot convirtió su cuerpo en metal y se abalanzó con gran furia a por la bestia. El hombre saltó en su carrera y placó con fiereza al ser en el abdomen, haciendo que cayera al suelo. Astor disparó en rápida sucesión clavando las flechas por todo el alrededor del monstruo. Abigail con su látigo lo pasó por todas las flechas atando al monstruo con él, para evitar que se moviera. La chica apretaba su látigo con fuerza pero poco a poco el ser conseguía zafarse, todo el grupo ayudó a Abigail, pero la fuerza del monstruo era muy superior, sin remedio el monstruo se zafó rompiendo el látigo y tirándolos a todos al suelo. La bestia se puso de nuevo en pie y lanzó un grito de furia. En ese momento Tayson apareció, juntó los cañones de sus dos revólveres y disparó un único proyectil el cual parecía ser un hilo resplandeciente, el cual dejaba una estela de color azul tras él. El ataque del forajido impactó en el pectoral izquierdo de la bestia, no pareció surgir efecto, pero si lo hizo, Tayson cerró su puño, el aire de alrededor comenzó a agitarse levantando una enorme cantidad de polvo y las escamas de alrededor del impacto se quebraron.

-¡Vamos, ahora! –gritó.

Abigail y Astor dispararon sus armas, Masalot con aún su cuerpo fundido con su arma se abalanzó sobre el monstruo los ataques de Abigail y Astor impactaron y seguidamente Masalot dio un fuerte puñetazo en la misma zona rompiendo por completo las escamas dejando al descubierto la oscura piel del monstruo. Eternia lanzó su cuchillo clavándolo con fuerza en la piel de la bestia, esta lanzó por primera vez un grito de dolor. La mujer se convirtió en humo y apareció agarrada a su cuchillo, lo cogió con sus dos manos, una luz morada comenzó a emerger de ellas y una gran lanza de energía apareció por la espalda de la bestia pero sin llegar a romper las escamas que ahí tenia, tras un grito afónico, la bestia cayó al suelo de espaldas sin vida, mientras Eternia desclavaba su cuchillo. Al fin habían conseguido vencer a la temible criatura.

III

LA BATALLA DE LOS PILARES

Gisvelit, Rous, Hastelit y el resto de forajidos se dirigían hacia las tierras olvidadas. Todo iba tranquilo, la multitud se encontraban en unos verdes prados, con el sol del atardecer de fondo, sin nada a su alrededor, cuando decenas de portales comenzaron a abrirse por todos lados. Todos detuvieron la marcha cuando observaron que de los portales comenzaron a aparecer miembros de la orden, entre ellos el propio Eliriot.

-Gisvelit ¿Por qué no me extraña encontrarte aquí? A pesar de que tienes un contrato firmado con el duque –dijo Eliriot mientras se acercaba.

-Bueno, no pusisteis fecha límite para el trabajo, solo estoy acompañando a unos amigos –dijo la mujer.

-Ya y ¿A dónde vais? –preguntó.

-Sabes perfectamente la respuesta hijo de puta –dijo Rous enfadado.

-Tranquilo Rous –dijo Gisvelit –sé cómo sabias donde estábamos, tus cuervos están por todos lados, pero lo que no se es como habéis usado esos portales para llegar aquí –comentó la mujer intrigada.

-Bueno, la orden tiene muchos métodos para desplazarse –respondió.

-Claro, bien, está claro que no habéis venido a charlar ¿Quién dispara primero? –preguntó.

-No tiene por qué disparar nadie, simplemente rendíos, no vayáis a las tierras olvidadas y olvidaros de este conflicto. No es cosa vuestra –dijo Eliriot.

-¿Qué no es cosa nuestra? Tu duque mató a todos mis compañeros y por poco me mata a mí. Lleváis años tratándonos como escoria y ahora al fin se hará justicia cerdo –gritó Rous.

-No te atrevas a insultarme, basura –dijo Eliriot mientras levantaba su espada.

El pistolero se lanzó contra Rous con gran velocidad, pero Gisvelit le detuvo en el aire con su reloj, seguidamente de su arma emanó una poderosa onda de choque que mandó por los aires a Eliriot tirándolo al suelo.

-Por muy pistolero arcano que seas no eres rival para mí, ahora déjanos en paz o el próximo golpe hará que tu corazón se detenga –amenazó Gisvelit.

-¡Nadie desafía a la Bala Zafiro, matadlos a todos! –gritó Eliriot.

Todos los miembros de la orden empuñaron sus armas y abrieron fuego. Gisvelit detuvo todos los proyectiles con su reloj, giró sus manecillas y las balas se lanzaron contra sus dueños. Decenas de pistoleros fueron impactados muriendo en el acto. Eliriot sin que nadie se percatara golpeó a la mujer, pero en el último momento consiguió esquivarlo, pero el golpe fue tan poderoso que creó un fuerte vendaval que lanzó a Gisvelit por los aires separándola del resto.

-¡Magos libres, a por ellos! –gritó Rous.

Todos lanzaron un enorme grito eufórico, sacaron sus armas del portal y comenzó la batalla. Hastelit armado con una carabina negra como la noche comenzó a disparar al suelo por todos lados, de los agujeros de bala comenzaron a surgir enormes pilares de roca maciza, levantando gran cantidad de piedra, los cuales los forajidos comenzaron a usar como cobertura ante el fuego enemigo. Los miembros de la orden se contaban por centenares mientras que los forajidos presentes apenas llegaban a doscientos, estaban en una clara inferioridad numérica. Rous con su escopeta de doble cañón disparaba desde lejos, a pesar de ser un arma de corta distancia los proyectiles salían disparados a gran velocidad como si fueran agujas atravesando a sus rivales. Uno de los miembros de la orden lanzó un rayo de energía con su arma partiendo uno de los pilares de piedra, cayendo al suelo y aplastando a tres forajidos que había debajo.

Hastelit observó un grupo de cuatro enemigos, el hombre disparó a los pies de estos, cuando se percataron de lo ocurrido era demasiado tarde, un gran pilar emergió haciéndolos volar por los aires cayendo mortalmente al suelo. Rous disparó en rápida sucesión por varias direcciones impactando sus balas en el suelo del campo de batalla, seguidamente surgieron varias explosiones que mermó considerablemente las filas de la orden. La batalla estaba siendo cruenta y sangrienta. A pesar de las perdidas en sus filas, la orden aún era muy superior en número, pues los forajidos también estaban perdiendo a muchos hombres y mujeres.

Gisvelit y Eliriot se batían en duelo individual. El pistolero clavó su espada en el suelo, toda la hierba a su alrededor comenzó a convertirse en lo que parecía ser plata, poco a poco comenzó a dirigirse hacia Gisvelit, la mujer intentó detener el avance de la plata con su reloj, pero no surgió efecto, por lo que se vio obligada a huir. Justo cuando la plata iba a alcanzar sus pies, un gran pilar de piedra se interpuso. El metálico material impregnó la piedra. En ese momento Eliriot se vio obligado a volver a coger su arma para desviar un proyectil, al mirar a su derecha vio a Rous, miró al frente y vio a Gisvelit junto a Hastelit.

-No podéis ganar, vuestras fuerzas están mermando –dijo Eliriot.

-Las tuyas también –comentó Gisvelit.

-No lo niego, pero mientras yo aún dispongo de cientos de guerreros, vuestro número no hace más que bajar. Aun estáis a tiempo de salvar a los que quedan, retiraos y ordenaré a mis hombres que frenen el ataque –anunció el pistolero.

-¡No vamos a rendirnos ante vosotros! –exclamó Rous.

-Pues entonces todos vosotros moriréis aquí –amenazó.

-Pues que así sea –concluyó Hastelit.

El bigotudo comenzó a disparar su carabina, mientras que Eliriot desviaba sin dificultad las balas con su espada. Al ataque se unió Rous, obligando a Eliriot a esquivar por dos flancos diferentes. El pistolero notaba como sus movimientos eran cada vez más lentos y que cada vez le costaba más y más moverse, entonces vio a Gisvelit manipulando su reloj y comprendió por qué la dificultad de su movimiento. A pesar de seguir desviando los proyectiles finalmente uno de ellos le impactó en el hombro izquierdo. Eliriot entró en cólera, sus ojos se volvieron blancos brillantes, su espada comenzó a congelarse y una onda de escarcha invadió su alrededor congelándolo todo. El pistolero comenzó a disparar esquirlas de hielo con su espada descontroladamente. Estas impactaban tanto en los forajidos como en sus propios hombres. Rous, Gisvelit y Halestit se vieron obligados a ponerse a cubierto. El ataque cesó y Eliriot permanecía inmóvil con todo el suelo de su alrededor congelado con una extraña nieve cayendo sobre él.

-Ahora es el momento –dijo Hastelit.

-¡Hastelit no! –gritó Gisvelit intentando frenarlo.

El hombre disparó su carabina, pero la bala se congeló antes de poder tocar a Eliriot. El pistolero se giró, agitó su espada y una gran hoz de hielo se lanzó a por el hombre atravesando su cuello. La mirada de Hastelit comenzó a perderse y su cabeza se separó de sus hombros cayendo al suelo y rodando ante Gisvelit.

-¡No… Hastelit! –gritó la mujer.

Gisvelit intentó retroceder el tiempo, pero no funcionó, la magia de Eliriot era demasiado poderosa como para evitarla con la manipulación temporal. De los ojos de la mujer comenzaron a brotar lágrimas de rabia y desesperación. Rous lo observó todo desde la distancia y comprendió que el combate había terminado, no podían hacer nada ante el poder del pistolero arcano.

-¡Os di una oportunidad de vivir, pero ahora moriréis ante el poder del fantasma blanco! –gritó Eliriot –empezando por ti –concluyó señalando a Gisvelit.

Eliriot agarró su espada y lanzó un enorme rayo de hielo, la mujer con lágrimas en los ojos se preparó para recibir el impacto. Entonces un enorme pilar de fuego se interpuso entre el ataque y ella, el calor que desprendía era tal que Gisvelit se vio obligada a retroceder para no quemarse. El hielo impactó y se derritió, quedándose en un simple charco de agua en el suelo. El fuego cesó y apareció Vils ante el asombro de todos, en especial de Eliriot. Su aparición hizo que todo el combate se detuviera.

-Vils… ¿Qué estas haciendo? –preguntó enfadado Eliriot.

-Impedir que se cometa un crimen –respondió.

-¿Qué crimen? Es solo una sucia forajida, como todos estos –dijo enfadado.

-Ese no es motivo para matarlos, ahora veo que Tayson y los demás tenían razón, el duque no es más que un cerdo en busca de poder que ve la unión de la sombra y de los forajidos como una amenaza contra su ambición. Una guerra se avecina por mucho que queráis evitarlo y yo ya he elegido el bando en el que lucharé –reveló Vils.

-¡Traidor! –gritó Eliriot.

El pistolero lanzó otro gran rayo de hielo, pero Vils los bloqueó con tan solo usar su espada. Eliriot no cesó y comenzó a disparar esquirlas de hielo, pero Vils las bloqueó todas con su arma. Vils vio a Gisvelit llorando ante el cuerpo de Hastelit. Observó todos los cadáveres en el suelo, tanto de forajidos como de sus antiguos hermanos, los hombres y mujeres heridos, todo provocado por la ambición de Amil. Vils no pudo soportar tanta muerte, una enorme furia comenzó a apoderarse de él, su espada se impregnó de llamas, sus ojos comenzaron a brillar con un destello anaranjado y gritó de furia. Vils alzó su espada y de ella surgió una majestuosa ave de fuego que invadía los cielos.

-El fénix… -expresó Eliriot asustado -¡Retirada! –ordenó a sus hombres.

El fénix comenzó a lanzar un enorme rayo de fuego que calcinó a todos los miembros de la orden que pudo alcanzar. Viendo la imposibilidad de ganar la batalla Eliriot y los demás se retiraron, dando la batalla por finalizada. Las llamas de la espada de Vils cesaron y el fénix desapareció. Todos observaron boquiabiertos a Vils, mientras que él no apartaba su mirada de las lágrimas de Gisvelit. Agarró su bolsa de viaje y de ella sacó el sombrero de Tayson, lamentándose de no haberles escuchado, la guerra había comenzado y él ya sabía cuál era el bando correcto a seguir.