KAELEN SOMBRANEGRA

Kaelen SombraNegra, un cazador de monstruos marcado por la oscuridad, sigue el rastro de una criatura que siembra el terror y la muerte. Armado con sus dagas imbuidas de magia y su determinación inquebrantable, Kaelen enfrenta no solo horrores inimaginables, sino también el precio de utilizar los poderes oscuros que laten en su interior. En un mundo donde las sombras siempre ocultan algo más, cada batalla es un paso más hacia un destino incierto.

1/2/20253 min read

El viento aullaba como un lamento perdido entre los árboles, mientras las sombras se retorcían en formas siniestras a la luz de la luna. Kaelen Sombranegra avanzaba entre el silencio fúnebre del bosque, sus pasos amortiguados por la tierra húmeda y el musgo ensangrentado. Las hojas de sus dagas resonaban ligeramente con cada movimiento, un recordatorio del filo mortal que pronto encontraría carne. Frente a él, el rastro de muerte que había seguido durante días se hacía más nítido. Los cuerpos de aldeanos destrozados yacían en posiciones imposibles, con las entrañas esparcidas por todas partes. El hedor a putrefacción inundaba el aire.

Kaelen no apartó la mirada. La violencia no lo perturbaba, no después de todo lo que había visto. Sin embargo, había algo diferente en esta carnicería. La criatura a la que cazaba no mataba solo para devorar, sino para dejar un mensaje, uno que Kaelen comprendía demasiado bien: no era una simple bestia. Era algo mucho más oscuro.

El cazador aferró con fuerza las empuñaduras de sus dagas. Los grabados oscuros que recorrían las hojas brillaron por un instante con un destello arcano, activados por las palabras susurradas en un idioma olvidado. La magia que corría por sus venas lo mantenía conectado con las sombras, siempre listo para invocarlas cuando el peligro se cernía. Y esta noche, las necesitaría más que nunca.

Se detuvo frente a los restos de lo que una vez fue un campamento. Las tiendas de campaña estaban rasgadas, la madera de los carros partida como si hubiese sido atravesada por una fuerza imparable. Kaelen notó algo que lo hizo fruncir el ceño: las marcas en el suelo no eran solo de garras. Parecían haber sido hechas por herramientas, por algo más inteligente.

"Estás cerca", murmuró para sí mismo, su respiración ahora pesada en el aire frío.

De repente, un estruendo sacudió el bosque. Kaelen apenas tuvo tiempo de girarse cuando una enorme criatura irrumpió de entre los árboles, sus ojos rojos brillando con un hambre salvaje. Su cuerpo era una amalgama de piel desgarrada y huesos retorcidos, con garras afiladas como espadas. Pero lo que lo distinguía era su tamaño, descomunal, y la sensación de maldad palpable que emanaba de él.

—Finalmente —gruñó Kaelen, lanzándose hacia adelante con una agilidad sobrehumana.

El choque fue inmediato. Las garras del monstruo rasgaron el aire donde Kaelen había estado un segundo antes, pero el cazador se deslizó bajo su ataque, sus dagas trazando líneas letales a lo largo de la pierna de la bestia. La carne se abrió en un estallido de sangre oscura, pero el monstruo no vaciló. Rugió, girando su enorme cabeza para seguir el movimiento de Kaelen.

Con un salto rápido, Kaelen se subió a la espalda de la criatura, clavando sus dagas en su carne podrida. La magia fluía de las hojas, oscura y retorcida, propagándose como veneno en el cuerpo del monstruo. Pero, aún así, no caía. El cazador maldijo entre dientes mientras sentía las garras de la criatura arañar su costado, apenas esquivando un golpe que le habría partido en dos.

La bestia se lanzó de nuevo hacia él, su enorme garra alzándose para aplastarlo. Kaelen levantó una mano, pronunciando palabras arcanas en un susurro urgente. Un círculo oscuro apareció bajo sus pies, y en un instante, se desvaneció de la trayectoria del golpe, reapareciendo detrás de la criatura. Sus dagas, ahora envueltas en sombras, brillaban con una luz antinatural.

—Esto termina ahora.

Kaelen corrió hacia la bestia una vez más, pero esta vez no buscaba simplemente cortarla. Concentró todo el poder que le quedaba, canalizando la magia oscura a través de su cuerpo y hacia las hojas de sus dagas. Cuando se lanzó hacia el corazón de la criatura, fue como si el aire mismo se partiera en dos. Con un grito ensordecedor, las dagas atravesaron la carne, los huesos, y la magia corrió como un río devastador dentro del cuerpo de la bestia.

La explosión de sangre fue inmediata y brutal. Las entrañas de la criatura salieron despedidas, salpicando el suelo y los árboles cercanos. Kaelen cayó de rodillas, jadeando, cubierto de la sangre oscura de su enemigo. Frente a él, el monstruo se retorcía en su agonía final, su cuerpo desmoronándose en una pila de carne putrefacta.

El cazador se levantó con esfuerzo, sus dagas aún brillando con la energía oscura que las envolvía. Se limpió la sangre de la cara, pero no pudo evitar esbozar una sonrisa satisfecha. La criatura había sido derrotada, pero Kaelen sabía que aún había más. Siempre había más.

—Uno menos —murmuró, dándose la vuelta hacia la oscuridad del bosque.

Aún quedaban muchas bestias por cazar, muchos horrores que acechaban en las sombras. Y Kaelen Sombranegra estaba allí para enfrentarlos, una daga en cada mano, y la magia negra latiendo en su sangre.