PRÓLOGO

LA SOMBRA DE ELAMOR

En la ciudad de Elamor, capital suprema de la magia. Todo humano nacido con magia es trasladado allí para entrenar sus poderes. Se le conoce como el Don. Al cumplir la mayoría de edad todos son llevados uno a uno a la sala de la verdad. En ella se encuentra el Portal, todo mago que haya llegado a su máximo de poder y se arrodille delante de él, recibirá su arma, una extensión de sí mismo la cual le servirá de catalizador para controlar su poder a voluntad.

La máxima ley de la ciudad y de todos los lugares conocidos es la orden que se hace llamar como La bala zafiro, grandes magos que sirven a su vez de jueces, ejército y toda autoridad.

La noche se tornaba lluviosa, la tierra de las calles se convertían en barro. Caminando solitario por un abandonado callejón se encontraba un hombre de sombrero negro, con una gran capa la cual yacía llena de barro de rozar el suelo. El gran hombre caminaba decidido mirando al frente sin fijarse en nada más, las grandes construcciones de madera que le rodeaban no parecían imponerle, parecía estar acostumbrado a pasar por allí. En ese momento una sombra se apareció ante él, sin decir nada, amenazante.

-No puedes estar aquí, hay toque de queda –dijo el hombre con voz fuerte.

-Las leyes no están hechas para mí –dijo la misteriosa silueta con voz aguda.

-¿Quién demonios eres? –preguntó en alerta el hombre.

-No soy nadie importante, solo una simple sombra que se mueve en la noche como cualquier otra –respondió con tono siniestro.

El hombre sintió un fuerte escalofrió al escuchar esas palabras, sin más tiró su capa al suelo y dejó ver su armadura de cuero negro adornada con remaches metálicos, alzó su mano y un pequeño portal de color morado se abrió, de él un revolver de gran calibre apareció, sin decir nada más el hombre comenzó a disparar a gran velocidad al misterioso sujeto. Con una velocidad sobrehumana el sujeto esquivó los proyectiles desplazándose como si realmente de una sombra se tratara.

-Eso no servirá de nada contra mí –expresó el misterioso hombre.

-Eso no, pero esto si –aclaró sonriendo.

De la mano del hombre emergió una suave luz de tono anaranjado, las balas que habían chocado contra las paredes de madera de los alrededores volvieron a salir disparadas hacia el sujeto, el hombre controlaba sus proyectiles con su mano mientras seguía disparando sin cesar, como si su arma tuviera munición infinita. La oscura sombra comenzó a saltar y esquivar las decenas de balas que se lanzaban hacía ella. Sin que el valiente hombre se percatara, su enemigo se había situado detrás de él. Sus propias balas, las cuales perseguían a la sombra, comenzaron a impactar en su cuerpo. Decenas de agujeros de bala bañaban su cuerpo de roja sangre. El hombre cayó al suelo mientras soltaba su arma. La oscura sombra cogió el revólver del pobre desgraciado y le apuntó a la cabeza.

-Solo su mago elegido puede usar su arma, no podrás hacer nada con ella –dijo el hombre con dificultad.

-Sí, me sé la teoría, pero como he mencionado antes, las leyes no están hechas para mí –dijo con tono tranquilo.

La mano con la que sujetaba el arma se iluminó de un fuerte tono rojo, apretó el gatillo y la bala destrozó por completo la cabeza de su propio dueño. La sangre se mezclaba con el barro mientras era arrastrada por el viento. La oscura sombra abrió un pequeño portal idéntico al que abrió su víctima e introdujo el revólver en él, cerrándose seguidamente. El sujeto desapareció entre las lluviosas calles dejando el cadáver del hombre ahogándose en la lluvia.