CAPÍTULO I

LA BANDA DEL CAÑON NEGRO

Al norte de la capital se encontraba una tierra seca y salvaje. Las tierras de Zapirut eran famosas por albergar a la calaña más despreciable de la sociedad. En un pequeño pueblo un hombre vestido con un sombrero vaquero de color negro y una gran gabardina que se camuflaba con el color de la tierra marrón que inundaba el lugar, iba acompañado por una mujer con una gran melena negra azabache, su ondulados cabellos se movían al son del suave viento mientras se quitaba el polvo de su ligera vestimenta de cuero rojo oscuro. Ambos observaban con atención el alrededor mientras los escasos habitantes del pueblo les miraban desconfiados. El dúo comenzó a caminar mientras las botas de ambos se impregnaban de polvo y barro.

-Hace demasiado calor –dijo la joven acalorada.

-Vamos Abigail, empiezas a exagerar –dijo el hombre con tono amigable.

-Ya, tu negra piel te ayuda a repeler este puto sol –dijo con tono enfadado.

-El tono de mi piel no tiene nada que ver –dijo riendo.

-¡Mira Tayson, una taberna! Refresquémonos un poco –dijo la chica señalando una pequeña y mal cuidada taberna.

-Recuerda que no estamos aquí por ocio, tenemos un contrato –dijo el hombre.

-Vamos hombre, solo es tomar una buena jarra de cerveza –dijo mientras el sol se reflejaba en sus verdes ojos.

-De acuerdo pero recuerda que debemos encontrarnos con Astor a las afueras de este pueblo –dijo Tayson asintiendo.

-No se me olvida –dijo mientras comenzaba a correr hacía la taberna.

Ambos entraron en el polvoriento lugar, la mirada de todos los presentes se clavaron en ellos como si los de una serpiente se trataran. El dúo hizo caso omiso y se acercaron a la barra. Al intentar hablar con el tabernero para pedir una jarra de cerveza, el gordinflón sujeto se alejó mientras los miraba con desprecio. Abigail se ofendió y persiguió al hombre por el local mientras le gritaba. A lo que Tayson observó como tres hombres se acercaban a la chica.

-No nos gustan los forasteros pequeña –dijo uno de ellos.

-¿A quién coño llamas tu pequeña? –preguntó Abigail.

-Que interesante, me encantan las mujeres rellenitas y con carácter –dijo otro de ellos babeando mientras miraba los pechos de Abigail.

-¿Se puede saber dónde estás mirando? –preguntó la chica.

-Esa vestimenta que llevas no deja lucir tus enormes tetas, vamos desabrocha algún botón –dijo babeando el hombre.

-No os recomiendo hacer enfadar a la muchacha –dijo Tayson desde la barra.

-¿Y tú quién eres moreno? ¿Su chulo? –preguntó uno de ellos entre risas.

-No debiste decir eso –dijo Tayson mientras se tapaba el rostro con su sombrero.

-¿Te he ofendido hombretón? –preguntó riendo.

-A mí no, a ella, no suele gustarle que la llamen puta –dijo señalando hacia Abigail.

El hombre se giró hacia la chica, sin que pudiera reaccionar, Abigail soltó un poderoso derechazo al rostro del desgraciado haciéndole volar por los aires rompiendo una mesa cercana. En ese momento todos los presentes desenfundaron sus revólveres.

-Sabía que no era buena idea entrar aquí… Bueno que remedio, bailemos –dijo Tayson.

Todos comenzaron a disparar contra el dúo, ambos saltaron al otro lado de la barra y se cubrieron de las decenas de proyectiles que les lanzaban. Tayson miró a Abigail, ambos crearon un pequeño portal de color morado, al extender la mano Tayson sacó del portal dos revólveres de color negro con una pequeña inscripción en letras doradas en cada uno de ellos. Abigail por su parte sacó un majestuoso rifle Winchester, de color rojo tinto con un bello gato negro tallado por todo su cañón. Tayson se levantó y comenzó a disparar sus revólveres, uno de los proyectiles impactó en la frente de uno de sus enemigos haciendo que la sangre saliera disparada. Tayson lanzó un pequeño rayo de energía azul en dirección a la bala incrustada en el cráneo del hombre, así el proyectil creó una pequeña explosión de energía haciendo que gran parte de la taberna se destrozara. En ese momento Abigail se levantó y realizó un solo disparo, con gran velocidad, creó un látigo de energía verde, la joven comenzó a agitarlo controlando así la bala, el proyectil comenzó a atravesar el cuerpo de varios hombres hasta que finalmente impactó en una pared cercana.

-Cuatro muertos con una sola bala, nada mal –dijo Tayson.

-Puedo hacerlo mejor –dijo la joven sonriendo.

-¡Son magos! –gritó uno de los hombres.

-¡Los magos no son bienvenidos en este pueblo y mucho menos en mi taberna! –gritó el tabernero.

El gran hombre agarró una escopeta recortada y abrió fuego contra ambos. Tayson disparó sus armas pero en esta ocasión los proyectiles crearon un gran escudo mágico que detuvo el ataque del tabernero. Abigail aprovechó la ocasión y disparó su rifle volándole la cabeza al hombre en varios trozos.

-¡No saldréis de aquí con vida! –gritó una mujer que tenía en la mano un cartucho de dinamita.

-No será capaz de reventar todo a lo kamikaze –dijo Abigail, mientras la mujer encendía la mecha con una cerilla.

-Corre –dijo Tayson.

Entre la risa plagada de locura de la mujer la dinamita explotó destrozando por completo el edificio. Tayson y Abigail saltaron fuera del local, debido a la onda expansiva ambos salieron disparados, la joven cayó con violencia en el suelo mientras que el hombre impactó de lleno en una pequeña columna de madera del edificio vecino rompiéndola por completo. Ambos se levantaron doloridos y vieron frente a ellos a decenas de pueblerinos apuntándoles con sus armas. En ese momento una flecha impactó en el cráneo de uno de los pueblerinos, ante el asombro de todos, la flecha expulsó un leve destello dorado, así, el proyectil se dividió en decenas de flechas que impactaron en todos los pueblerinos, en cuestión de segundos el suelo se plagó de sangre y cadáveres.

-Os dije que nos veríamos en las afueras del pueblo, no quería decir que os liarais a tiros –dijo una voz ronca que apareció detrás de ellos.

El dúo se giró y vieron a un hombre de piel rojiza, arco en mano, vestido con un abrigo de piel de algún animal, unos pantalones de cuero marrón y unas grandes botas, en su cabeza destacaba un gran moño de color negro.

-¡Astor, nunca me había alegrado tanto de ver tus rasgados ojitos! –gritó Abigail sonriendo.

-¿Se puede saber que ha pasado? –preguntó el hombre.

-Solo habíamos entrado a por una cerveza y han empezado a atacarnos –dijo la joven.

-¿De la nada? ¿Nadie les ha provocado? –preguntó Astor.

-Bueno, quizás un pequeño golpe, pero empezaron ellos –dijo la chica.

-Da igual, olvidémonos de este apestoso pueblo, no hemos venido aquí para eso. Astor ¿Por qué querías que nos reuniéramos aquí? –preguntó Tayson.

-He encontrado lo que buscamos –respondió directo.

-Bien vamos –dijo Tayson.

El trio salió del pueblo y comenzaron a caminar por las arenosas tierras. Todo estaba seco y muerto, los pocos árboles que había estaban secos y poca vida se podía apreciar más allá de algún lagarto o serpiente. El trio caminó sin descanso durante varias horas hasta que finalmente llegaron a una enorme mansión, sus cuatro pisos se mostraban imponentes ante toda mirada.

-¿Qué hace esta enorme casa en mitad del desierto? –preguntó Abigail.

-Aquí está lo que buscamos –dijo Astor.

-¿Qué puedes contarme sobre este lugar? –preguntó Tayson intrigado.

-Mis fuentes me han dicho que esta casa pertenece a un noble de Elamor, al parecer la ajetreada vida de la ciudad no es de su agrado por lo que mandó a construir esto aquí –explicó.

-Un lugar peligroso para un noble –dijo Abigail.

-No es un lugar tan peligroso hasta que intentas entrar –dijo Astor con una leve sonrisa.

-¿Qué quieres decir? –preguntó Tayson.

Astor cargó su arco y disparó hacia una de las ventanas, antes de que el proyectil impactara en ella una enorme masa de energía convirtió la flecha en ceniza.

-Una barrera mágica, parece que nuestro noble es un mago, interesante –dijo Tayson.

-¿Por qué un noble de Elamor secuestraría a la hija de un noble extranjero? –preguntó Abigail.

-Sí, es algo de lo más inusual ¿Cómo estás tan seguro de que aquí está lo que buscamos Astor? –preguntó Tayson.

-Seguidme –dijo el arquero.

Tayson y Abigail siguieron a Astor. Todos se alejaron bastante de la mansión, aunque aún era visible a lo lejos. Astor les dirigió hasta un pequeño edificio minero abandonado, al entrar encontraron a un hombre atado, lleno de magulladuras y de heridas sangrantes, su ropa estaba destrozada estando casi desnudo, en sus ojos podía verse el terror.

-¿Qué le has hecho a este hombre? –preguntó Tayson.

-Yo nada ha sido el –respondió Astor señalando hacia una esquina de la habitación.

De allí apareció un hombre de mediana edad tan grande como un caballo, su robusta armadura de cuero negro con remaches metálicos dejaban ver una enorme cicatriz que cruzaba todo su pecho, sus ojos negros como la noche infundían miedo con tan solo mirarlos, los rayos del sol que se colaban por las ventanas se reflejaban en su calva cabeza.

-¿Cómo va todo chicos? –preguntó el hombre con una grave voz.

-Masalot, me alegra verte –dijo Tayson sonriendo.

-¿Cómo estas preciosa? –preguntó el gran hombre a Abigail.

-Muy bien ahora que mi muralla con piernas está aquí –dijo sonrojada la joven.

-Explicadme quien es –comentó Tayson señalando al asustado hombre.

-Cuando las fuentes de Astor nos informaron de la mansión la investigamos durante días, no vimos nada en mucho tiempo, parecía estar abandonada, hasta que este pequeño corderito salió de ella, le cogimos, le trajimos aquí y el amablemente nos contó que su amo tenía una nueva amiga, una joven y bella niña de piel amarilla con ojos rasgados pero grandes. Un cielo de hombre –explicó Masalot.

-¿Amablemente? –preguntó Tayson.

-Masalot le ayudó un poco a mostrar su amabilidad –aclaró Astor.

-Comprendo –dijo Tayson con una leve sonrisa.

Tayson se acercó al hombre, el pobre desgraciado tenía varias heridas por todo su cuerpo las cuales estaban empezando a infectarse por la suciedad que allí había, su mirada estaba comenzando a apagarse.

-Bien, dime antes de que sueltes tu último aliento como atravesar la barrera para entrar en la mansión –pidió Tayson al débil hombre.

-Solo… el sacerdote…puede –dijo con dificultad.

-Un sacerdote, bien, eso quiere decir que en realidad el noble no es un mago –dijo Tayson.

-Ya pero si ese tío tiene la ayuda de un sacerdote no será fácil llegar hasta él –señaló Abigail.

-Ya, los sacerdotes no son para tomarlos en broma, pero ahora ya sabemos que es exactamente esa barrera –dijo Tayson.

-Si mal no recuerdo los sacerdotes son unos magos de lo más curiosos, necesitan una fuente fija de la energía del portal –aclaró Abigail.

-Exacto, a diferencia de nosotros ellos no pueden abrir portales, eso quiere decir que tiene un portal permanente –dijo Astor.

-¿Sabes dónde está el portal? –preguntó Tayson al hombre.

-En la planta más alta –respondió.

-Me lo imaginaba, está dentro, no podemos acceder al el con la barrera en pie –dijo Tayson.

-¿Qué hacemos entonces? –preguntó Masalot.

-El ataque sorpresa se nos ha escapado, por lo que solo queda una opción –dijo Tayson.

-Pero ella no está aquí –dijo Astor.

-Le he mandado nuestras coordenadas no debería tardar en aparecer –comentó Tayson mientras se acercaba a la puerta.

-Habláis de mí –dijo una voz de mujer.

Tras el hombre atado apareció una mujer, alta con una enorme melena de tono verdoso, no poseía ropa, una extraña fuente de energía cubría todo su cuerpo adaptándose perfectamente a su figura, su sonrisa pícara se agrandaba debido a un pequeño lunar sobre su labio superior, el pobre hombre se asustó tanto que se desmayó.

-Hola Eternia –saludó Tayson sonriendo.

-Sé que puedes trasladarte al instante a cualquier lugar y todo eso, pero podrías haber elegido otro lugar, casi le da un infarto al pobre –dijo Astor.

-Eso no es del todo cierto mi viejo amigo, solo puedo trasladarme donde esté mi pequeño –dijo mientras Tayson agarró un cuchillo Bowie de su cinturón.

El arma era preciosa, con un gran filo de plata rodeado por completo de la misma energía que el cuerpo de Eternia. La mujer se acercó y agarró su arma, introduciéndola en su cuerpo como si de un portal se tratara.

-Bien ya estamos todos, vámonos –dijo Tayson.

-Una cosa ¿Qué hacemos con él? –preguntó Abigail señalando al débil hombre desmayado.

-Liberadlo –dijo Tayson mientras agarraba uno de sus revólveres y le volaba la cabeza de un tiro al hombre.

Tras eso el grupo salió del edificio y se dirigieron a la mansión. No tardaron más de media hora en llegar. Sin decir nada, todos agarraron sus armas y se colocaron frente a la imponente estructura. Así, Eternia alzó su cuchillo, poco a poco la energía de la barrera fue atrapado por su arma, hasta que desapareció por completo.

-Bien, Eternia, da el aviso de nuestra llegada –dijo Tayson.

La mujer lanzó la energía acumulada en su cuchillo a sus pies provocando un gran temblor y levantando una enorme cortina de tierra. De manera inmediata decenas de hombres armados salieron de la mansión observando desconcertados la gran cantidad de tierra levantada. De la montaña de polvo una flecha apareció atravesando la cabeza de uno de ellos, así, el grupo surgió abriendo fuego. Tayson disparaba sin apenas apuntar, movía sus armas de un lado al otro sin fallar ni un solo disparo. Abigail, creó su látigo de energía, lanzó un ataque con el que desarmó a uno de sus enemigos, seguidamente le disparó con su rifle en el pecho matándolo al instante.

-Yo me encargo equipo, entrad en la mansión –comentó Masalot.

El gran hombre creó un portal, de él apareció una enorme metralleta gatling, de sus manos surgió una gran cantidad de energía morada, su arma se multiplicó creando cinco copias, el hombre comenzó a moverlas y abrió fuego con todas a la vez. Una enorme tormenta de balas acribillaron a todos los hombres. Masalot hizo desaparecer todas las copias dejando solo la original agarrándola con una sola mano, el campo se plagó de cadáveres destrozados por los proyectiles. Con una sonrisa de oreja a oreja el hombre entró a la mansión junto a sus compañeros. Una vez dentro observaron unas enormes escaleras en el centro que subían a los pisos superiores, al lado unos grandes pasillos repletos de puertas.

-Bien, hay cuatro pisos y nosotros somos cinco, yo iré al cuarto piso –dijo Tayson.

-Bien, Abigail y yo nos encargamos de este piso –dijo Masalot.

-Me parece bien –dijo la chica sonriendo.

-Bien yo me encargo del segundo piso –dijo Astor.

-En ese caso yo iré al tercero –añadió Eternia.

-Bien, tened cuidado, está claro que saben de nuestra llegada, si estáis en apuros, encontráis al sacerdote o a nuestro objetivo quiero que aviséis al resto. ¿Estamos? –indicó Tayson.

-Recibido –dijeron todos al unísono.

-Bien, adelante –dijo el líder.

Todos se separaron e iniciaron la búsqueda de la niña. Masalot y Abigail comenzaron a investigar rápidamente habitación por habitación el primer piso de la enorme mansión. En mitad de uno de los pasillos un grupo de cinco hombres armados aparecieron ante ellos.

-Todos tuyos pequeña –dijo Masalot sin detener su carrera.

Abigail disparó una vez con su rifle, usando su látigo de energía comenzó a dirigir la bala, el proyectil atravesó las manos con las que los hombres sujetaban sus armas obligándoles a soltarlas. Con un enorme agujero sangrante en sus manos y sin que pudieran reaccionar el enorme Masalot comenzó a golpear a todos con sus propias manos, la fuerza del hombre era sobrehumana, los pobres desgraciados no tenían nada que hacer ante la inmensa fuerza con la que Masalot golpeaba, sin demasiado esfuerzo el hombre acabó con la vida de todos. Ambos siguieron investigando todo el piso inferior pero no encontraron nada.

-Aquí no hay nada –dijo Masalot.

-Subamos al segundo piso con Astor –sugirió Abigail.

En el segundo piso Astor corría por los pasillos arco en mano. Al cruzar una esquina un bandido comenzó a dispararle. Astor disparó una flecha sin dejar de cubrirse con la pared, el hombre impregnó el proyectil con su magia, al impactar en la pared en lugar de clavarse rebotó dirigiéndose directamente al bandido y clavándose en su pecho, acabando con su vida. No había nada en ese piso, más allá de habitaciones vacías. Astor se dirigió a las escaleras centrales donde se encontró con Masalot y Abigail. Sin decir nada los tres comenzaron a subir en dirección al tercer piso.

Eternia caminaba tranquila y sin prisa por los pasillos del tercer piso, la mujer investigaba las habitaciones, pero sin encontrar nada. En ese momento dos hombres aparecieron ante ella saliendo de una habitación, sin gesticular palabra dispararon a la mujer la cual se encontraba muy cerca de ellos. Las balas impactaron en el abdomen de Eternia, pero fueron calcinadas por la energía que rodeaba su cuerpo.

-Sois adorables, balas de plomo normales… Eso no me hace ni cosquillas chicos –comentó la mujer entre risas.

Con una velocidad increíble la mujer lanzó su cuchillo clavándoselo en el cuello a uno de sus enemigos, seguidamente la mujer se convirtió en humo y apareció agarrando su cuchillo, rápidamente lo desclavó del cuello del hombre y le cortó el cuello al otro. Entre convulsiones los dos hombres murieron sobre un charco de sangre.

-¡Eternia! –gritó Astor desde el otro extremo del pasillo.

-Veo que te has divertido –dijo Abigail sonriendo.

-Ojalá, estos bastardos no me sirven ni como preliminares –aclaró.

-¿Has encontrado algo? –preguntó Masalot.

-A parte de a estos desgraciados no, todo apunta que quien realmente se va a divertir es Tayson –respondió.

-No si yo puedo evitarlo –dijo Masalot mientras comenzaba a correr hacía las escaleras.

Los cuatro subieron las escaleras, este piso era diferente, no había nada más allá de una gran puerta doble de madera maciza, de su interior no surgía ruido alguno, cuando de repente Tayson atravesó la puerta partiéndola en dos y cayendo a los pies de sus compañeros.

-¿Todo bien jefe? –preguntó burlona Abigail.

-He encontrado al sacerdote –respondió Tayson mientras se levantaba dolorido.

En el interior de la habitación todos observaron como una gran cantidad de energía de color morado emanaba. Todos entraron y vieron a un hombre alto, vestido con una gabardina negra y un sombrero del mismo color, en su mano portaba un afilado sable curvo. En sus ojos podía apreciarse una gran locura.

-¿Qué hace un sacerdote ayudando a un secuestrador de niñas? –preguntó Masalot.

-Por el cadáver que hay en la esquina diría que él no es el ayudante, sino más bien el ejecutor –comentó Astor señalando el cadáver decapitado de un hombre.

-Bien, esto se pone cada vez más bizarro –dijo Abigail asqueada.

-Esta es mi propiedad, iros inmediatamente de aquí –ordenó el sacerdote con una gran locura en su rostro.

-Danos a la niña y nos iremos sin hacer ruido, el trato es sencillo –exigió Tayson.

-Ella también es mi propiedad. Esos grandes ojos, su amarillenta y suave piel, no pienso deshacerme de ella, no por el momento –dijo el siniestro hombre.

-Que asco, acabemos con este miserable –dijo Eternia mientras apretaba con fuerza su cuchillo.

-¡Nadie saldrá de aquí con vida! –gritó el sacerdote mientras alzaba su sable.

Detrás del sacerdote se encontraba un gran portal, similar al que el grupo abría para coger sus armas, pero de un tamaño mucho mayor. Una gran cantidad de energía se acumuló en el sable del hombre, tras hacer un tajo en el aire una hoz de energía pura se lanzó a por el grupo. Tayson disparó sus armas creando un gran escudo que detuvo el impacto. Abigail comenzó a disparar su rifle con gran velocidad, pero ningún disparo dio en el blanco pues su enemigo desvió las balas con su sable. Astor lanzó una rápida salva de flechas pero obtuvo el mismo resultado que su compañera.

-Bien, veamos cuantas balas puedes desviar –dijo Masalot riendo.

El gran hombre invocó cinco gatlings, todas comenzaron a disparar hacia el sacerdote. La madera de las paredes y techo comenzaron a destrozarse debido a los proyectiles. Cuando el fuego cesó se pudo ver como el hombre yacía intacto, a pesar de que todo su alrededor estaba completamente destrozado. A su alrededor una cúpula de energía que cubría todo su cuerpo.

-Hijo de puta –dijo Masalot frustrado.

-Vamos a necesitar un ataque algo más contundente. Eternia, a mi señal –dijo Tayson.

Tayson comenzó a acumular energía en sus armas, un enrome resplandor azul comenzó a emerger de sus revólveres. Podía sentirse un intenso calor por toda la habitación.

-¡Ahora! –gritó Tayson.

La mujer lanzó su cuchillo el cual se clavó en la pared situada detrás del sacerdote, seguidamente Tayson lanzó dos enormes rayos de energía con sus armas. El sacerdote volvió a cubrir todo su cuerpo con la cúpula protectora.

-Esta vez no cielo –dijo Eternia que apareció detrás de él.

La mujer clavó su cuchillo en la protección mágica, su arma comenzó a absolver la energía hasta que el sacerdote quedó completamente desprotegido. Tras una leve sonrisa, Eterina se alejó de un salto. El loco hombre acumuló energía del portal en su sable y golpeó el rayo de energía de Tayson. Pero no era suficiente para detener semejante ataque, el rayo de energía le golpeó de lleno, su carne comenzó a desprenderse de sus huesos. La energía atravesó toda la habitación saliendo por la pared de atrás pulverizando por completo al sacerdote y con él al portal. En ese momento toda la mansión comenzó a temblar, las paredes, el suelo y todo comenzó a convertirse en arena, hasta que desapareció por completo dejando al grupo donde se encontraba la entrada de la desaparecida mansión.

-¿Qué coño ha pasado? –preguntó Masalot.

-Parece que la reputación de la banda del cañón negro no es exagerada –dijo una voz que apareció detrás del grupo.

-¿Quién eres tú? –preguntó Tayson.

-Mi nombre es Vils –respondió.