EL SUSPIRO
Adam y Carol iban en el coche a toda velocidad huyendo del ataque en la cafetería. En el coche Adam tenía una radio, similar a la que usaba la policía, por ella comenzaron a escucharse interferencias.
-¡A todas las unidades nos informan de ataques en diferentes puntos de la ciudad, en todos los casos coinciden en personas enloquecidas que se arrancan la cara, que todas las unidades disponibles acudan a su alerta más cercana de inmediato! -se escuchó por la radio.
-¿Qué hace con una radio de la policía? Se suponía que era detective privado -preguntó Carol.
-Me gusta estar informado -respondió Adam.
En ese momento una mujer se cruzó en mitad de la carretera, Adam no tuvo tiempo de reaccionar y la atropelló, la mujer salió disparada chocando contra el pavimento con gran violencia. Adam frenó el coche. Ambos se quedaron mirando el cuerpo retorcido de la mujer.
-¡Me cago en todo! -gritó Carol -tenemos que ayudarla -dijo mientras bajaba del coche.
-¡No, Carol vuelva al coche! -advirtió Adam pero Carol hizo caso omiso.
La chica se acercó a la mujer mientras Adam observaba desde el coche, al igual que Carol muchas mas personas se acercaron a socorrer. El detective vio algo que no le cuadraba, el golpe, había sido muy fuerte. El cristal del parabrisas estaba casi destrozado y la mujer había sido arrastrada por el pavimento varios metros, pero... No había ni una sola gota de sangre.
-¡Mierda! -exclamó mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad y bajaba del coche -¡Todos alejaos! -gritó a todos los presentes pero nadie parecía hacerle caso -me cago en la puta. ¡Todo el mundo fuera he dicho joder! -gritó de nuevo mientras sacaba su arma y comenzaba a disparar al aire.
Todos los presentes comenzaron a correr al escuchar los disparos. Carol le miró asustada, empezaba a pensar que ese hombre no era de fiar y de que se trataba de un loco.
-¿Qué está haciendo? -preguntó Carol.
-¡Carol, cuidado! -exclamó mientras apuntaba con su arma.
Detrás de Carol la mujer atropellada se levantó, la cual no tenía rostro, la mujer agarró a Carol del cuello y sin poder reaccionar la chica comenzó a sangrar por la nariz, cuando todo parecía perdido alguien placó a la agresora obligándola a soltar a Carol, la chica cayó al suelo mientras comenzaba a toser. Adam corrió para ayudar a la chica. Se sacó un pañuelo del bolsillo y se lo dio para que la joven se limpiara la sangre de su nariz. Ambos vieron que un hombre bastante corpulento, con una larga melena de tono castaño intentaba sujetar al monstruo.
-¡Aparta! -exclamó Adam mientras apuntaba con su arma.
El hombre vio al detective y se apartó, sin pensarlo Adam comenzó a disparar vaciando su cargador sobre la monstruosa mujer, esta dejó de moverse, parecía estar muerta, Adam no perdió un instante y recargó su arma, seguidamente ayudó a Carol a levantarse.
-¿Estás bien? -preguntó el hombre que les ayudó.
-Daniel... ¿Qué haces aquí? -preguntó Carol sorprendida.
-¿Le conoce Carol? -preguntó Adam.
-Claro que lo conozco, es un gran amigo -respondió.
-Bueno, te recuerdo que me compartiste tu ubicación en tiempo real, así que cuando la ciudad se convirtió en un campo de batalla pues vine a donde estabas -respondió.
-¿Un campo de batalla? -preguntó la joven.
-Si, toda la ciudad se ha vuelto loca, esos monstruos están por todas partes -respondió el joven.
-Este no es sitio para hablar, tenemos que irnos -interrumpió Adam.
-En ese caso voy con vosotros -dijo Daniel.
-Bien, no me importa mientras salgamos de aquí, vamos al coche -dijo Adam apresurado.
Los tres se montaron en el coche, Adam comenzó a golpear con su pierna el parabrisas del coche, el cual se encontraba destrozado, arrancándolo. En ese momento la monstruosa mujer volvió a ponerse de pie. Adam arrancó el coche y volvió a atropellarla.
-¿Qué cojones son esos monstruos? -preguntó Daniel.
-Bueno tengo algunas teorías pero lo que se seguro es que no sangran, parecen humanos pero eso es lo que los identifica, fijaros bien, si alguien recibe una herida y veis que no sangra corred. ¿Queda claro? -dijo Adam.
-Entendido -respondió Carol.
-¿Donde vamos? -preguntó Daniel.
-A mi apartamento, allí os pondré al día sobre lo que se. Por cierto, soy Adam Patterson, detective privado -dijo Adam.
-Daniel Mayson, entrenador personal -añadió el joven.
-Sí, debí imaginarlo -dijo Adam mientras miraba el musculoso cuerpo de Daniel desde el espejo del coche.
En lo alto de un enorme rascacielos se encontraba el hombre del sombrero de copa, sujetando su bastón, mientras observaba el caos que se estaba generando en la ciudad. Podía notarse el cansancio en su rostro. El hombre se colocó su sombrero y suspiró. Por toda la ciudad, todos esos monstruos comenzaron a convertirse en humo desapareciendo.
-Aun no tengo suficiente fuerza... Solo necesito un poco más de sangre, un poco más y el fin comenzará -dijo para sí mismo.
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