CAPÍTULO VIII

LOS CUERVOS

La noche había llegado a toda Elamor, allí el duque Amil se encontraba frente al portal original. El joven acercó su mano derecha a él, al entrar en contacto con la energía del portal una fuerte corriente eléctrica traspasó todo su cuerpo, aunque esta no le hirió, al contrario, notó como una poderosa fuerza invadía todo su ser, en ese momento Eliriot irrumpió en la sala.

-Disculpe que le interrumpa duque, pero creo que debe saber esto –dijo el hombre.

-¿Qué sucede Eliriot? –preguntó.

-Es mejor que lo vea usted mismo –respondió.

Los dos se dirigieron a la sala principal de la mansión del duque, allí encontraron a un grupo de cinco hombres maniatados rodeados por seis miembros de la orden.

-Bien, que alguien me explique que es todo esto –ordenó Amil.

-Desde primera hora de la mañana se han avistado decenas de cuervos sobrevolando el cielo de toda Elamor, algunos de mis hombres siguieron a uno de ellos, el ave se postró ante este grupo de forajidos, según relatan mis hombres el cuervo se convirtió en una neblina, la cual parecía estar retrasmitiendo algún tipo de mensaje, por desgracia mis hombres no pudieron escuchar lo que decía –explicó Eliriot.

-Así que cuervos de origen desconocido sobrevuelan mis dominios y al parecer tienen mensajes para los forajidos, bien hagámoslo fácil, decidme que os dijo el cuervo y todo acabará rápido –dijo el duque al grupo de forajidos.

-No nos dijo nada, los cuervos no hablan, pensé que ya lo sabíais –respondió uno con tono burlón, el cual parecía ser el líder, corpulento, sin pelo, con una larga barba negra, vestido con lo que parecían ser pieles de animales y un gran tatuaje de un león que le cubría toda la cabeza.

El duque creó una pequeña aguja de sus manos la cual lanzó a uno de los forajidos clavándosela en el cuello.

-¡No Bortus! –gritó uno de ellos mientras su compañero comenzaba a escupir sangre hasta que finalmente se ahogó con ella, muriendo.

-No me importa mataros uno a uno, pero bien, cada respuesta que me deis que no me convenza vuestras muertes serán cada vez más dolorosas, empecemos otra vez ¿Qué os dijo el cuervo? –preguntó amenazante.

-Hijo de puta, pienso arrancaros la cabeza a todos y beberme vuestra sangre –dijo el mismo forajido.

-Respuesta equivocada –dijo el duque.

Amil, creó algo parecido a una espada con sus manos, rápidamente cortó el abdomen de uno de ellos, el corte fue tan profundo que los intestinos emergían de la herida, tras unos segundos agonizando el pobre hombre murió sobre un charco rojo.

-Si quieres que tus compañeros no sufran es tan fácil como responderme, vamos dime lo que te dijo el cuervo –ordenó el duque.

El hombre miraba a sus dos compañeros muertos mientras su respiración se aceleraba cada vez más y sus ojos se llenaban de ira.

-Rous, vamos díselo –dijo uno de ellos.

-¿Y bien? –insistió Amil.

-Nos dijo que nos preparásemos –respondió.

-¿Para qué? –indagó el duque.

-Para la guerra –respondió.

Tras sus palabras el hombre consiguió romper sus ataduras y dio un fuerte puñetazo en el suelo creando una onda de choque que lanzó todo por los aires, salvo al duque, el cual no parecía ser afectado. Rápidamente el forajido abrió el portal y de él emergió una escopeta de doble cañón, con cientos de espinas por todo su cañón, negra como la propia oscuridad, sin decir nada disparó al duque. Amil no se movió, creo algo parecido a un cristal frente a él, el ataque de Rous impactó en el cristal haciéndolo añicos, el duque movió levemente sus manos y todos los pequeños fragmentos de cristal se abalanzaron sobre los forajidos, Rous consiguió esquivarlos pero sus compañeros no tuvieron tanta suerte, los cristales se clavaron por todo su cuerpo muriendo ante los ojos de su líder. En ese momento una pequeña aura morada salió disparada del duque el cual cayó al suelo, Rous aprovechó la ocasión y salió de la mansión saltando por una ventana.

-¡Duque! ¡Rápido que no escapé! –ordenó Eliriot mientras socorría al duque.

Rous corría por las nocturnas y solitarias calles de Elamor mientras era perseguido por la orden. Un miembro de la orden se interpuso en su camino y disparó su revólver, Rous desvió el proyectil usando su propia arma, sin detener su carrera dio un fuerte puñetazo al miembro de la orden tirándolo al suelo, sin tan siquiera mirarlo disparó su escopeta destrozándole la cabeza. Rous siguió corriendo por las calles en busca de la salida de la ciudad. Tres miembros de la orden le pisaban los talones, el forajido disparó su escopeta al suelo mientras seguía corriendo, cuando sus perseguidores pisaron el pequeño agujero que creó el disparó una gran explosión los mandó por los aires matándolos al instante. El forajido al fin veía la salida pero decenas de miembros de la orden se interpusieron en su camino. Rous frenó su carrera, agotado miró a todos a los ojos y asumió su derrota, todos abrieron fuego, pero en ese momento las balas se frenaron en el aire, junto a todo su alrededor.

-¡Vamos, no podré detenerlos por mucho tiempo, son demasiados! –exclamó Gisvelit la cual apareció de entre todos los hombres.

Rous corrió junto a la mujer y así los dos escaparon de la ciudad. El tiempo volvió a correr y todos vieron sin saber que había ocurrido como Rous había desaparecido. En la mansión del duque, Eliriot se encontraba junto a Amil, el cual parecía débil sentado en una silla. En ese momento un miembro de la orden irrumpió en la sala.

-Duque, lo sentimos, el forajido ha escapado –dijo el hombre.

-No importa, puedes retirarte –ordenó el duque.

-Su poder está aumentando duque –comentó Eliriot.

-Sí, pero aun no es suficiente, la sombra está preparando un ejército, en cinco días atacarán con todo –dijo el duque.

-¿Y qué más da? La Bala zafiro posee el poder militar más poderoso que se conoce, una cosa es coger desprevenidos a miembros de la orden, pero en un ataque directo caerán –dijo Eliriot.

-Sabes tan bien como yo el poder de la sombra, sin contar que contará con el apoyo directo del Cañón negro y de gran parte de los forajidos, pero no importa, estoy muy cerca de conseguirlo, cuando lleguen todos morirán ante el poder del ducado de Elamor –explicó el duque.

Lejos de allí, Tayson y los demás descansaban alrededor de la llama de una hoguera, el líder era el único que permanecía despierto. En ese momento Abigail se levantó, se acercó a Tayson y se sentó a su lado.

-Debes descansar, aun no te has recuperado del todo del golpe en la cabeza –dijo Tayson.

-Estoy bien, además no puedo dormir –respondió la chica.

-¿Qué te preocupa? –preguntó Tayson.

-¿Crees que se avecina una guerra? –preguntó con tono preocupado.

-No lo sé, pero la sensación que tengo es la misma que cuando luché en la última –respondió.

-¿Lucharemos en ella? –preguntó de nuevo.

-Ya sea de manera directa o indirecta tendremos que luchar, pero sea cual sea el caso estaremos juntos –respondió sonriendo.

-Ya contaba con ello –dijo riendo la joven.

-¿Sabes? Tuve una visión en la cueva cuando toqué la piedra –comentó el líder.

-¿Qué clase de visión? –preguntó intrigada.

-Fue algo del pasado, estaba en la batalla de las nueve balas, hace muchísimos años, allí me vi a mi mismo llevando en brazos a mi antiguo compañero, entonces una explosión nos derribó, él se acercó a mí, me dio su revólver y corrió hacia el campo de batalla, pedí ayuda desconsoladamente, pero nadie vino, así que le perdí entre el fuego. Yo quedé inconsciente, desperté dos días después en un campamento cercano, busqué a mi compañero por todas partes, pero nadie sabía dónde estaba, le daban por muerto. Ese mismo día escuché a varios hombres decir que vieron a mi compañero camino al campo de batalla, pero que recibieron órdenes de no actuar. Entonces viajé hasta Elamor para pedir explicaciones al duque, tan solo me dijo que no arriesgaría la vida de sus hombres por un kamikaze desarmado. Mi compañero lo dio todo por la orden, desde su niñez dedicó su vida a ella ¿Y así se le pagaron? ¿Dejándole morir? No pude soportarlo, en ese momento abandoné la orden, me fui a las tierras de Zapirut, allí pasé los siguientes años, repudiado, nadie quería tener trato conmigo por ser un desertor de la orden, no se fiaban de mí, mientras, la orden me daba caza. Entonces un día un pelotón de mis antiguos compañeros me tendieron una emboscada, luché cuanto pude, pero eran demasiados, pero como un ángel caído del cielo apareció Eternia y me salvó, lo cierto es que no sé de donde apareció ni porque decidió salvarme, nunca me ha querido responder esas preguntas, pero estamos juntos desde entonces –explicó el pistolero.

-Increíble y pensaba que yo lo había pasado mal –dijo Abigail sorprendida.

-Cada uno tiene sus propias dolencias, no quiere decir que las mías sean peores que las tuyas –dijo Tayson.

-¿Y quién era tu compañero? –preguntó la joven.

-Oscelot –respondió directo.

-¡No puede ser, si le dieron por muerto! –exclamó.

-Lo sé, eso quiere decir que no murió, ni abandonó la orden, por eso decidí entrar en el portal en cuanto escuché su nombre, pensé que quizás hallara respuestas sobre él allí dentro, pero caí en una trampa más que evidente arrastrándoos a vosotros y poniendo vuestras vidas en peligro –explicó avergonzado.

-Vamos jefe, no te machaques con eso, nosotros decidimos seguirte, así que la culpa es también nuestra, tu nunca nos has obligado a seguirte, somos nosotros los que decidimos hacerlo –dijo la joven sonriendo.

-Lo cierto es que aun no entiendo porque me seguís –comentó con una leve sonrisa.

-Eso te lo diré más adelante, estoy cansada, me voy a ir a dormir –dijo mientras fingía un bostezo.

-Bien, descansa –dijo riendo Tayson.

Abigail se fue a dormir mientras Tayson hizo guardia durante toda la noche. No podía evitar recordar una y otra vez lo que vio en la piedra, ni tampoco la noche en la que vio a la sombra y esta la reconoció, así sin apenas percatarse la luz del día comenzaba a iluminar las montañas y a reflejarse en las cristalinas aguas del rio cercano. El grupo se despertó y se prepararon cuando algo llamó su atención, en el cielo decenas de cuervos volaban hacia todas direcciones.

-Cuantos cuervos, es extraño –comentó Vils.

El resto del grupo no hizo ningún comentario al respecto se limitaron a recoger el campamento y reanudaron la marcha. Poco a poco el grupo fue abandonando las montañas y llegaron a un gran prado verde, a lo lejos podía divisarse el pequeño pueblo que Eternia les mencionó.

-Si aceleramos la marcha llegaremos al pueblo al anochecer –dijo Eternia.

Lejos de allí en las tierras salvajes de Zapirut, los cuervos comenzaban a expandirse, posándose ante todos los forajidos que allí habitaban. En un asentamiento situado al oeste de la ciudad de Tiralon se encontraban muchos forajidos, pues era un punto de encuentro para mercenarios y bandas. Las decenas de aves dieron su mensaje y seguidamente desaparecieron. El silencio y la confusión invadió todo el lugar, entonces un hombre alto con un gran bigote que adornaba todo su rostro se colocó su sombrero negro y llamó a todos.

-Bien todos hemos recibido un mensaje de los cuervos, imagino que todos hemos recibido el mismo mensaje o al menos muy parecido, ahora toca decidir que hacemos –dijo el hombre a la multitud.

-No hay nada que decidir, que cada uno haga lo que vea conveniente –respondió alguien entre toda la gente.

-Escuchadme, todos hemos sido citados, ya habéis oído el mensaje, no es hora de individualismos –dijo de nuevo el hombre del bigote.

-¿De verdad vais a fiaros de un puto pájaro? Puede tratarse de una trampa del duque para aniquilar a los forajidos –se escuchó en la multitud.

-Sí, es cierto, además nos han citado en las tierras olvidadas, os recuerdo que es la antigua capital de los magos –añadió otra persona.

-Escuchadme, sé que todos os habéis enterado del misterioso sujeto que lleva varios días atacando a la orden de la Bala zafiro –dijo el hombre del bigote.

-¿Quieres decir que es ese misterioso sujeto el que nos ha citado? –preguntaron.

-No quiero decir eso, pero pensadlo, alguien le hecha huevos y comienza a matar a miembros de la orden y ahora alguien cita a todos los forajidos. Estoy seguro de que esos cuervos no nos han visitado solo a nosotros –dijo el hombre del bigote.

-No, no os han avisado solo a vosotros –dijo la voz de una mujer.

-¡Gisvelit y… Rous! –Exclamó sorprendido el hombre.

-¿Te sorprende verme? –preguntó la mujer.

-Me sorprende verte con el líder de los lobos negros –respondió.

-Ya no hay lobos –dijo Rous cabizbajo.

-¿Cómo, qué ha pasado Rous? –preguntó el hombre del bigote.

Rous les contó a todos los presentes lo ocurrido en Elamor y en como el propio Amil usando una misteriosa y poderosa magia acabó con toda su banda.

-No puede ser, ese sucio hijo de puta, usaba una máscara de bondad cuando en su interior es peor que el antiguo duque –dijo el hombre del bigote enfadado.

-¿Qué hacemos ahora? Con ese poder que describes Amil es invencible –dijo alguien entre la multitud.

-No lo es, vi con mis propios ojos como se desvanecía tras usarlo, no sé qué tipo de magia está usando pero está claro de que no la domina –explicó Rous.

-Aun así no podemos plantar cara a la orden –añadió el hombre del bigote.

-Solos no, pero no lo estamos –comentó Gisvelit.

-¿Te refieres al mensaje de los cuervos? –preguntó Rous.

-Sí, ayer mismo me encontré con el Cañón negro, se dirigían a las tierras olvidadas, estoy segura de que van al encuentro de quien haya enviado los cuervos –explicó la mujer.

-El Cañón negro… Bien sugiero que todos vayamos para allá, creo que es hora de poner fin de una vez por todas a la tiranía de la orden –dijo el hombre del bigote.

-Eso es absurdo, nadie en su sano juicio atacaría Elamor –mencionó alguien de la multitud.

-Escuchadme, siempre hemos tenido que vivir escondidos, por miedo a que nos maten por ser quienes somos. Si eres un mago y no das tu vida a la orden te dan caza como ha ganado, nos llaman forajidos, mercenarios sin escrúpulos. No todos somos así, nos ganamos la vida como podemos porque así es como nos han obligado a vivir, no se vosotros pero ya estoy harta. El duque no espera que todos los magos libres se unan, demostrémosle que está muy equivocado –dijo Gisvelit mientras el silencio lo invadía todo.

-Yo voy, mis compañeros han muerto por ese cerdo, no puede quedar indemne –dijo Rous.

-Voy con vosotros -dijo el hombre del bigote.

-Sabía que podía contar contigo Hastelit –comentó Rous sonriendo.

Así todos fueron añadiéndose a la lista. Entre todos cogieron lo esencial para el viaje y pusieron rumbo a las tierras olvidadas. Por todas las tierras de Elamor los forajidos visitados por las aves hacían lo propio. Mientras decenas de cuervos blancos lo observaban todo. Todos los magos libres ponían rumbo a las tierras olvidadas, por primera vez en la historia, todos los forajidos tenían un objetivo común.

En la ciudad en ruinas situada en el corazón de las tierras olvidadas se encontraba la sombra, posada en su bastón subido a una muralla. Allí mirando al horizonte dirección a Elamor presentía una enorme cantidad de magia que se movilizaba en su dirección.

-Todo acabará pronto –dijo para sí mismo.